Cuando las personas nos preguntan acerca de nuestros cursos, a veces nos ponen en apuros. Hay preguntas que tienen una respuesta clara y concisa. Por ejemplo: ¿cuándo inicia el curso?, ¿cuánto dura?, ¿qué precio tiene?, ¿qué incluye? y cosas por el estilo.
Esas preguntas son muy fáciles de responder.
Pero hay otras que no tienen una respuesta definida. Una de ellas es:
Ya me inscribí a su curso. ¿Cuándo voy a hablar inglés?
La respuesta a esa pregunta es muy compleja. Y es por eso que a mí me gusta hacer la comparación con el gimnasio.
Al inicio te puede costar mucho trabajo. A lo mejor tendrás días que no quieres asistir. Los músculos te dolerán. Querrás tirar la toalla. Pensarás “esto no es para mí”. Podrías tener algún entrenador que te exige mucho u otro que te pone todo muy fácil.
En fin, el punto de todo esto es que… al final de cuentas, depende de ti, y solo de ti, si vas a lograr ponerte en forma o no.
Tu entrenador no puede obligarte a asistir todos los días. O a que mejores tu alimentación cuando no estás en el gimnasio.
Lo mismo sucede con los cursos de inglés. O curso de lo que se te ocurra. No podemos obligarte a asistir a todas las clases, aún si ya las pagaste. Y a veces surgen imprevistos, lo entendemos. Tampoco podemos obligarte a hacer la tarea. U obligarte a que repases lo visto en clase.
Lo que hacemos es darte las herramientas para facilitarte el aprendizaje y dosificar la información de manera que no sea abrumadora. Además, intentamos hacer las clases interesantes y mantenerte motivado para que logres tus objetivos
Pero al final, el resultado dependerá de tu constancia y determinación para mejorar tu inglés.
Igual que ir al gimnasio…